La carrera, la satisfacción y la vida personal

Conozco a un ejecutivo particularmente exitoso y muy completo. Es una persona que tiene claras sus prioridades en la vida, y si bien su carrera siempre ha sido ascendente y pareja y la disfruta plenamente, él balancea su desarrollo profesional con su vida personal y familiar, su salud física y mental y sus intereses complementarios. El no descuida el equilibrio en una formula que parece difícil pero que es la clave para su éxito como profesional, pero mas importante aun, como ser humano.

Hace unos años la variable vida personal o actividades gremiales u otras fuera de oficina no eran siquiera consideradas en las evaluaciones a ejecutivos. El “trabajolico” era visto como el modelo de ejecutivo ideal: siempre dispuesto a trabajar mas que nadie, siempre presente y totalmente dedicado. La lealtad se definía ademas en función de entregar la carrera entera a la empresa, quien a cambio de trabajo seguro se reservaba el derecho de asignarnos funciones muchas veces ajenas a nuestra talentos básicos o temas de interés o nuestro desarrollo personal.

Todo eso cambio. En esta época de alta competitividad a estándares internacionales, es critico recordar en todo momento que la única manera de tener éxito es haciendo lo que a uno le gusta a hacer y par lo que tenemos facilidad o aptitud natural para hacer. Esto puede utópico en esta época de alto desempleo, pero es la clave definitiva para poder hacer durante muchas horas a la semana un trabajo que genere valor, resultados y ademas satisfacción personal. La variable satisfacción personal en el trabajo, antes descuidada, hoy encaja dentro del perfil del ejecutivo capaz de entregar pasión en el trabajo, participar activamente en otros temas ojala en beneficio de muchos otros y mantener aun una vida personal equilibrada y saludable.

Entonces, si hoy debemos tratar de mantenernos empleables en cada etapa nuestra carrera, aprendiendo nueva habilidades, anticipándonos al cambio, la satisfacción en el trabajo deja de ser un lujo y pasa a ser una precondición para el éxito profesional. De ahí la importancia de crear, planear y balancear un plan de carrera que contemple las variables del análisis de perfil profesional, las fortalezas y debilidades, los factores de satisfacción y desatisfacción, posicionamiento y ventaja competitiva personal con el plan de vida integral a largo plazo que contempla variables personales tan importantes como las de carrera.

Esta misión personal alineada con una plan nos permite monitorear los avances, medir el precio de los sacrificios personales y mantenernos firmes en épocas difíciles, de “acuerdo al plan”, previamente establecido. El plan nos permite tratar de conjugar todo lo que es importante para nosotros sin descuidar ningún aspecto demasiado. Típico ejemplo de quien trabaja a tiempo completo, hace una maestría ademas tiene familia joven a la cual atender. O quien esta buscando trabajo y debe todavía invertir parte de sus escasos recursos en mejorar sus habilidades de computo o ingles o sacar finalmente el titulo, ademas de cuidar de su salud vía ejercicio y de su vida espiritual para lograr sobrellevar el stress y ademas aprender de la experiencia.

Si usted es como yo, y cae lamentablemente en la trampa de alienarse con el exceso de trabajo, perdiéndose en lo urgente y olvidando lo importante, y solo lo recuerda cuando esta en un avión a 30000 pies de altura, sin teléfonos que distraen, comprenderá de lo que hablo. Esos momentos de “lucidez ejecutiva” donde uno se cuestiona adonde va en la vida, y evalúa el precio que esta pagando por llegar allí, son los que sirven para comprender que el trabajo es importante pero no es lo único que cuenta. Allí sentimos que nuestros hijos no nos ven tanto como deberíamos, que tenemos olvidados a los amigos, que abusamos de nuestra salud y que no damos de nosotros a otros tanto como pedimos que nos den. Y eso sin empezar a pensar en devolver a la sociedad lo mucho que tomamos de ella o es nuestra responsabilidad real con nuestra gente que espera no solo guía, mentor sino también reconocimiento o a veces simplemente calor humano.

Desde el punto de vista de las empresas y en esta la edad del conocimiento, donde lo que diferencia competitivamente a una empresa de otra esta en función de la calidad de su gente, su preparación y habilidades y por supuesto su compromiso, el factor humano se revaloriza rápidamente. Ya la “gente” deja de ser un gasto, tal como se consideraba en organizaciones aun por evolucionar, y pasa a ser el activo mas valioso de la empresa, responsabilidad de lideres. Hoy se habla ya comúnmente de inteligencia emocional, de liderazgo desarrollado, de mediciones 360, del manejo de la parte “soft” del negocio, de respeto a las personas, de mediciones de clima laboral para premiar o no a los gerentes de área etc.

En tiempos de cambio y gran incertidumbre la empresas requieren no solo de gerentes involucrados en cumplir las metas sino de lideres capaces de guiar al equipo, inspirar sueños y facilitar a otros cumplir los suyos comunes así como los propios, con amplitud de mente y de espíritu. Y para lograr cumplir estos roles los ejecutivos necesitan fundamentalmente del equilibrio y la paz interna que trae una vida completa y enriquecida por valores humanos, familiares y espirituales. Sin ellos, y solo la ambición o el dieron como factores de motivación nos reencontramos con “ejecutivos – cascara”, luchadores pero vacíos por dentro, y sobretodo, sumamente vulnerables ante el stress, las crisis o los “fracasos”.

Entonces, para lograr que el mejor activo de la empresa, la gente, genere valor y sea capaz de crecer y cambiar al incesante ritmo que marca el mercado en casi todos los sectores, este es revalorizado en toda su complejidad, riqueza y ojala equilibrio. El ejecutivo “completo” es entonces el mejor activo de una empresa, especialmente en su rol de desarrollador de ideas, de líder, de mentor y modelo.

Estamos siendo entonces leales con nosotros mismos, con nuestra carrera y fundamentalmente con nuestra dimensión humana?