El éxito, la mejor venganza

Publicado el 18 de Junio 2014 en Mujeres Batalla.

Me encanta esta frase -¡me encanta!-,y no saben la cantidad de veces que la he usado para animar a quienes se sienten ignorados, poco reconocidos o simplemente no valorados por amigos, familia o gente en el trabajo.

También se la he repetido a quienes sentían esa pena honda que se experimenta cuando nos menosprecian injustamente y sin razón. La he usado para consolar a quienes se sienten abatidos por un engaño, una deslealtad o, peor aún, la traición de alguien en quien confiamos o apreciamos.»No hay mejor venganza que el éxito«, les digo a todos mirándolos a los ojos y con una sonrisa cómplice.

«¿Es así? ¿El éxito puede servir también de venganza?», me preguntan incrédulamente. «Sí», les digo, muy seria y con la honestidad de quien sabe lo que está diciendo porque ha sentido y experimentado en carne propia -¡y muchas veces!- lo que ellos están viviendo.

Y sonriendo les cuento cómo he usado esta frase para levantarme, para consolarme a mí misma, para inspirarme y fortalecerme en situaciones similares, cuando me he sentido en el piso por las acciones o palabras de personas que han escogido usar toda su mala vibra para… ¿La verdad? No sé para qué, ya que nunca he logrado entender a quienes buscan dañar a otros por deporte, envidia o por quién sabe qué complejos escondidos que los llevan a desear y causar el mal de la nada, gratuita y muchas veces sorpresivamente.

¿Saben? Esa frase funciona. ¡Levanta el espíritu! Nos hace sacar la garra, nos permite ver la luz al fondo del túnel que nos guía, que nos da dirección y -sobre todo- una razón para ponernos de pie y seguir adelante. Pero no es la parte de la venganza la que funciona en esta frase. No es esta la que nos anima e inspira (pues la venganza, en sí, es finalmente una emoción negativa), sino la que tiene que ver con el éxito, con el atrevernos a soñar que sí lo podemos alcanzar, que tenemos todo el derecho para aspirar a él y que por supuesto existe la posibilidad de que este sea parte de nuestro destino y que nos servirá, además, para llegado el momento mirar cara a cara al otro, de igual a igual, pero mejor. ¡Mucho mejor!

Porque cuando alcanzamos el éxito -así sea este aún parcial- nos damos nuestro lugar no solo a través de la autoestima y de la fuerza ya recuperadas, sino que lo hacemos con el ánimo muy alto, con esa sensación tan grata que se siente cuando nos sabemos exitosos (lo cual muchas veces nada tiene que ver con lo material) y nos sentimos triunfadores con satisfacción y orgullo. Entonces bastará con mirar felices a quienes buscaron hacernos daño, viviendo la inmensa satisfacción de haber conseguido nuestras metas y objetivos con mucho trabajo, ética, corrección, profesionalismo,seriedad; y, sobre todo, cuando nadie lo creía posible.

Sí, pues, el éxito es definitivamente la mejor venganza. ¡Y qué bien que se siente!

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